Quiero que sepas
Quiero que sepas que me dejé la piel en todas las batallas, incluso aquellas en que acabé rindiéndome. No soy mejor soldado que el enemigo acérrimo. Mas tomé mis armas, me batí en duelo con el vacío oscuro de mi foso. En más de una ocasión, te lo confieso, caí vencido al suelo. El celo que le tengo a tu castillo me hizo no obstante reparar el vuelo y, como el ave fénix, siempre hubo un nuevo intento. Quiero que sepas que el amor que te tengo me puso de rodillas a rezar a un dios que no creía en guerras desalmadas ni en el pánico. Y fue la valentía de dejarte el legado de mi lucha la que me puso en pie y gritó: ¡FUEGO! Y luego oí otra voz decir: Confía… Y en ello estoy, amor. Que nadie diga que fracasé. Pues no hay hazaña que por ti no acometa, ni osadía que por ti se resista. Quiero que sepas que quise hacerlo bien aunque fallara y puse la intención en cada madrugada de tu tiempo. Pues no hay mayor valor que el de intentarlo después de haber perdido la batalla. Eso es amor también: Qui