Bendita rutina


La voz anuncia que la muerte omitió generación.

Se oye un estribillo fácil.

Luego un duelo entre relojes.

Se aferra la vieja madre al respaldo de una silla.

Aún le tiemblan las rodillas.

El espejo le devuelve un manicomio.

Busca puntitos de luz que,

desde esa persiana rota,

en su cama desahuciada

atrapen la pesadilla

de darle teta a un bebé

en medio de una batalla.

El tiempo no te hizo arrugas

ni te besó su mirada.




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